REDUCIENDO DESPERDICIOS

Adoptar una alimentación sana y equilibrada permite aportar todos los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Pero eso da lugar a un fenómeno no tan bueno: el desperdicio alimentario. Nos referimos a ese desperdicio cuando tiramos comida que aún es comestible.

Ese desperdicio puede surgir en cada una de las fases de la vida de un producto alimenticio, desde la producción hasta su distribución, su almacenamiento o su consumo. Sobre todo las verduras y las frutas son los más afectados por este.

Cada uno de nosotros genera de media unos 20kg de residuos alimenticios al año, de los cuales 7 kg son de productos que ni siquiera han salido de su embalaje. Y a menudo, esto sucede a pesar de nuestra buena voluntad de convertirnos en mejores ciudadanos.

Por ello, hoy en día, el desafío consiste en comprometerse a mejorar nuestro consumo para nosotros mismos y para el medio ambiente. Nuestro papel como consumidores sigue siendo primordial en la lucha contra el desperdicio alimentario.

Si cambiamos algunos de nuestros hábitos, a nivel individual, podemos reducir nuestra contribución al desperdicio alimentario. ¿Qué buenas prácticas debemos considerar? A continuación proporcionamos algunas pistas.

1.-DEFINE LOS MENÚS DE LA SEMANA 

Cada noche la misma pregunta: ¿qué cenamos? ¿qué comemos mañana? Tras comprobar los armarios y el frigorífico, la duda se instala y acabamos encargando comida a domicilio. Esta operación se repite varias veces a la semana y nos lleva a tirar una cantidad ingente de alimentos.

Para paliar ese desperdicio, existe una solución: por ejemplo el fin de semana organizarse y fijarse un calendario con los menús de la semana.

Este método tiene varias ventajas:

  1. Conseguimos ganar un tiempo nada despreciable a la hora de hacer la compra. Se acabaron las idas y venidas por los pasillos del supermercado.
  2. Solo compramos lo que necesitamos. Ya no hay gastos ni almacenamientos innecesarios.
  3. Ya no hace falta pararse a pensar todos los días en lo que vamos a cenar o comer al día siguiente……
  4. Además este método permite mantener un equilibrio de las comidas y cenas de la semana para evitar comer lo mismo varios días seguidos.

 

2.- CONSERVAR LOS PRODUCTOS DE MANERA DISTINTA

Si conservamos los alimentos de forma correcta, tiraremos menos y por lo tanto, desperdiciaremos menos. El objetivo de la conservación de un alimento consiste en poder consumirlo varios días, varios meses o incluso varios años. Conservados correctamente (aunque la calidad nutricional y el sabor vayan disminuyendo con el tiempo)  se permite garantizar durante el mayor tiempo posible la comestibilidad y las propiedades gustativas y nutritivas de un alimento. Además, evitamos el desarrollo de las bacterias, de los hongos y de los microorganismos que contiene.

Hoy día existen métodos basados en distintas técnicas que nos permiten alargar esa conservación: conservación mediante el frío, así como la modificación de la atmósfera, la eliminación del agua o incluso la acidificación:

 

1) La  esterilización a altas temperaturas en recipientes cerrados herméticamente (tarros de cristal o botes metálicos) nos permite conservar alimentos . Este método de conservación consiste en envasarlos en recipientes estancos al aire y calentarlos a altas temperaturas (generalmente entre 110 y 120°C) para destruir los microorganismos y evitar cualquier contaminación bacteriológica posterior. Su mayor ventaja es que permite conservar los alimentos durante mucho tiempo.

 

2) La deshidratación de los alimentos es una técnica  ancestral con las que algunos alimentos se pueden conservar de manera casi indefinida (cumpliendo una serie de condiciones).

La mayor ventaja de este método es que conserva las enzimas, los nutrientes y las vitaminas de los alimentos que contienen agua. Por lo tanto, podemos deshidratar fruta, verdura, hierbas aromáticas, carnes y pescados. Una vez al vacío, algunos alimentos, como por ejemplo las setas deshidratadas, pueden conservarse durante varios meses a temperatura ambiente ; otros alimentos, como las carnes y los pescados, se pueden conservar en el frigorífico durante casi un año.

 

3) La lactofermentación es un buen método para conservar las hortalizas si no queremos congelarlas ni meterlas en conserva. Consiste en introducir las verduras troceadas o enteras en un tarro con algo de sal, se cubren con agua, se cierra herméticamente el tarro y a esperar hasta que los fermentos lácticos naturalmente presentes en las verduras hagan su trabajo. Al multiplicarse y al acidificar el entorno, evitan el desarrollo de otros gérmenes. En este caso, el tiempo de conservación también es elevado (varios meses, e incluso más de un año).

 

4) La conservación en sal, en azúcar o en aceite tiene como objetivo hacer que el entorno impida el desarrollo de bacterias, mohos u otros gérmenes reduciendo la actividad del agua. De este modo, los alimentos ganan en valor añadido, e incluso en sabor, y las preparaciones pueden adaptarse a infinitas recetas (por ejemplo, bacalao a la sal, limones confitados en aceite, etc.).

 

3.- COMIDAS DE APROVECHAMIENTO

El reciclaje de las sobras es un excelente método para evitar el desperdicio alimentario. Si te preocupa el medio ambiente, tu economía y tu paladar, aprende el arte de dar una segunda vida a las sobras de la semana.

Antes de transformar tus sobras, debes aprender a conservarlas correctamente. Todo apunta a que los botes herméticos son la mejor opción para envasar la comida que sobra. Si no tienes ninguno, las bolsas de congelación o el papel film también pueden servir. Sobre todo, debes recordar guardar las sobras en la nevera cuanto antes para optimizar el tiempo de conservación. Deja que se enfríen bien y no las dejes nunca más de 2 horas a temperatura ambiente.

Usa las sobras para elaborar otros platos que te sirvan de comida o cena otros días. Cocinar es todo un arte, échale imaginación y creatividad y podrás preparar purés, pizzas, sopas, tortillas, croquetas, ensaladas, y un largo etcétera con las que resucitarás las sobras de tu nevera.

Escrito por:

Gloria Rosell, Nutricionista Nutripharma en Almería.